Comentario
Desde Italia el ideario humanista se trasladó a las ciudades y cortes del centro y occidente de Europa. En los territorios de los Países Bajos, sin separarse de sus raíces italianas, cobró características peculiares: aparece ligado a las universidades y es cristiano y religioso antes que paganizante y laico. Sus orígenes se encuentran en los contactos y en las estancias que diversos estudiantes y profesores universitarios mantuvieron en Italia. Uno de ellos fue Rodolfo Husman, conocido por "Agrícola" (1444-1485), gran helenista y pedagogo, quien después de estudiar en Erfurt, Colonia y París se trasladó a Pavía y Ferrara. No obstante, el humanista más excelente, el más genial e influyente de todos, fue Erasmo de Rotterdam (1466-1536). Él representa la síntesis de los valores del Humanismo: profundo y enciclopédico conocimiento del mundo antiguo y de la cultura clásica, agudeza en la crítica de textos, espíritu abierto, tolerante y universal, comprometido con la defensa de la dignidad humana, moralista, consejero de príncipes, cristiano profundo, sabio cosmopolita. Entre 1478 y 1483 fue educado en la escuela humanista de Saint Lebwin, en Deventer, vinculada a las ideas de la necesidad de renovación espiritual. En 1492 ingresó en los agustinos, aunque bien pronto salió del claustro para servir, como secretario, al obispo de Cambrai. A partir de ahí su vida trascurrió entre los Países Bajos, Francia, Inglaterra, Suiza, Italia y Alemania, demostrando su personalidad cosmopolita. En Inglaterra hace amistad con Tomás Moro y John Colet. De esa época es producto su "Enchiridion militis christiani" (ed. 1504), donde se exponen los métodos de una teología nueva basada en los textos bíblicos y en una crítica textual deudora de Valla. En 1508 el humanista e impresor Aldo Manuzio publicó la edición definitiva de su obra más famosa, los "Adate" colección de pensamientos de autores clásicos comentados. Conocido y aclamado por todos los humanistas italianos, volvió a Inglaterra en 1509 y allí escribe el "Elogio de la Locura". Preparó al poco tiempo la edición del "Nuevo Testamento", que dedicaría a León X y que tendría una resonancia capital en medios filológicos y religiosos, pues sin separarse de la letra pone de relieve la necesidad de vivir el Evangelio con sencillez. Su fama se extendió muy pronto por toda Europa hasta crear con sus obras una auténtica tendencia humanista e intelectual, el erasmismo.
En Francia, la difusión del Humanismo fue más tardía que en Alemania o los Países Bajos a causa de la resistencia escolástica de la Sorbona ante las novedades filosóficas y filológicas procedentes de Italia. Sin embargo, gracias a los trabajos y a los contactos de Jacques Lefèvre d´Etaples (1455-1537) con humanistas italianos de la talla de Ermolao Barbaro, Pico y Ficino, las ideas fraguaron definitivamente en Francia. A la influencia ejercida por Lefevre se unió pronto la que produjeron las obras de Erasmo y la labor del filólogo e historiador Guillaume Budé, helenista de prestigio y seguidor, en materia religiosa, de la sencillez predicada por Erasmo.
El Humanismo inglés presentaba caracteres diferentes. Sus orígenes se encuentran en las enseñanzas que Cornelio Vitelli impartió en la universidad de Oxford. Algunos de sus discípulos visitaron Italia y al regresar fomentaron en las aulas y en los ambientes cultos el gusto por el griego, por la retórica, por la traducción y la lectura de los clásicos y por la formación de bibliotecas. Thomas Linacre (1460-1524) conoció en Italia a Poliziano y a Ermolao Barbaro y se doctoró en medicina en Padua. Su conocimiento del griego y del latín era excelente, hasta el punto de que su sintaxis latina fue utilizada en Inglaterra para la enseñanza de los niños. John Colet (1467-1519), en cambio, no aprendió griego, pero siguió el platonismo de Ficino y Pico a quienes conoció en Italia. Colet no se apartó de la ortodoxia en la interpretación de las Sagradas Escrituras. La influencia de Pico llegó también a Tomás Moro (1478-1535), aunque éste nunca estuvo en Italia. Siendo estudiante escuchó lecciones de Linacre sobre Aristóteles y del mismo Linacre recibió enseñanzas de griego. Entre los filósofos clásicos admiraba a Platón, cuestión que se revela evidente en su "Utopía". Aunque no fue un filólogo en sentido estricto, su dominio literario del griego y la defensa de su enseñanza frente a los detractores universitarios y a los teólogos conservadores sirvieron para que se consolidaran los estudios nuevos en Oxford. Desde el punto de vista religioso, Moro es, junto a Colet y a Erasmo, un representante genuino del Humanismo cristiano, al considerar que, supeditado a la Revelación, podía llegar a constituir el grado más supremo de civilización. Humanismo y fe podían conducir al hombre hacia Dios.
Del mismo modo que en Inglaterra, el Humanismo italiano llegó a España a mediados del siglo XV, aunque las primeras manifestaciones sólo afectaron a campos muy restringidos de los "studia humanitatis", como la gramática y la retórica. Pronto se unió a esta corriente el estudio y la enseñanza del griego en la universidad de Salamanca, gracias sobre todo al helenista y filólogo Elio Antonio de Nebrija (1444-1522). Considerado como el más grande humanista español de su tiempo, Nebrija estudió en el colegio español de Bolonia y allí conoció de cerca los beneficios del Humanismo italiano. De regreso a España, enseñó humanidades en la escuela catedralicia de Sevilla, desde donde pasó a Salamanca, donde explicó gramática y poética. Su abundantísima producción abarcó todos los campos del saber humanístico: la gramática, la historia, la arqueología, la lexicografía, la geografía, el derecho y las Sagradas Escrituras. En 1492 publicó su obra más conocida, la "Gramática Castellana", escrita en lengua vulgar. Su prestigio le valió para ser nombrado tanto preceptor del príncipe don Juan, como catedrático en Alcalá de Henares, desde cuyo cargo colaboró con el cardenal Cisneros en la edición y revisión de la parte griega y latina de la "Biblia Políglota". De biografía distinta, pues no era filólogo, sino pedagogo, Luis Vives (1492-1540), amigo de Erasmo, de Moro y de Budé, preceptor de la princesa María de Inglaterra, profesor en Oxford, demostró un interés original y novedoso por los problemas sociales y políticos de su tiempo, desde una posición claramente cristiana. De una parte, abogó por el establecimiento de una auténtica previsión social que evitara la mendicidad y la pobreza en "De subventione pauperum" (1526), y de otra, escribió sobre la necesidad de la paz (De concordia et discordia in humano genere), adelantándose a las más modernas corrientes pacifistas de nuestro tiempo.